Qué injusto es ver que se van los
más justos. Me pregunto por qué las personas más buenas son la que antes se
van. Indiscutible que a todos nos tiene que llegar la hora, mas no llego a
comprender el por qué del sufrimiento que tuviste que soportar. Eras una
persona amable, que emanabas cariño a sabiendas que a veces no lo recibirías,
pero te daba igual, no podías evitarlo, era tu forma de ser.
Me
enorgullece enormemente haber podido ser tu pupilo durante dos años, pero lo
que me complace más aún es poder haber sido tu amigo, porque gente como tú hay
muy poca. Siempre dispuesta a ayudar a quien lo necesitara, sin borrar tu
acogedora sonrisa de la cara. Sabías como tratar con todo el mundo, y nos
ganamos tu confianza a través del cariño que nos dabas, lo que te convierte en
admirable para todos nosotros. Es más, mi admiración hacia ti creció cuando te
entregué uno de mis poemas y vi en tus pupilas mientras la leías, admiración
hacia mí. Eso te hace grande, inmortal. Y ha quedado visto lo que se te
quiere, sé que tú me entiendes, porque sembraste cariño y recogiste el doble.
Para ti
Conchi, siempre con nosotros.
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